Estrategias sostenibles que todo joven líder debe dominar para aportar valor desde el primer día

La sostenibilidad es la capacidad de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las futuras generaciones de satisfacer las suyas. Cuando aplicamos el concepto de sostenibilidad a la empresa, nos referimos a la capacidad de generar beneficios en el presente sin comprometer el futuro de la organización.

Lo primero que necesita un joven líder para aportar valor a la empresa es conocer cuáles son estos beneficios que aporta la actividad empresarial y que deben perdurar en el tiempo. Para conocerlos debemos acudir a la filosofía organizacional, compuesta por el propósito, la misión, la visión y los valores.

Estos elementos nos indican para qué existe la empresa, cómo crea valor, qué quiere conseguir y bajo qué pautas éticas desempeña su actividad. Al conocer la filosofía de la organización, identificaremos detalladamente cuáles son los beneficios que genera la empresa. Descubriremos que no solo está llamada a generar beneficios financieros que permitan repartir dividendos entre los accionistas, sino que también se puede enfocar en ofrecer productos valiosos para los clientes, en mejorar la calidad de vida de sus empleados o en promover el desarrollo social, entre otros.

A continuación, necesitaremos entender quiénes son los receptores de estos beneficios y qué importancia tienen en el correcto funcionamiento de la empresa. Es decir, por un lado debemos identificar quién se beneficia de la actividad de la empresa y, por otro lado, debemos entender qué recibe la empresa a cambio de este beneficio que le facilite mantenerse activa.

Los stakeholders son los agentes con vínculos relevantes con la empresa, bien sea por el deseo de recibir algún beneficio de su actividad, o bien sea porque la empresa depende en cierta medida de su colaboración. Conocer estas relaciones basadas en impactos y dependencias es fundamental para crear modelos de negocio robustos con clientes fieles, accionistas satisfechos, trabajadores comprometidos, reguladores conformes, opinión pública positiva y proveedores cercanos.

Una vez hemos determinado cuál es el valor que genera la empresa, de quién depende para generarlo y quién se beneficia del mismo, es momento de entender cómo se crea este valor. En función del sector y el modelo de negocio, el valor puede tener su origen en partes diferentes de la actividad. Para algunas compañías la principal fuente de valor se encuentra en sus personas en forma de conocimientos, habilidades y motivaciones. En otras organizaciones el valor emana de sus productos en forma de procesos, diseños u operaciones. En empresas del sector servicio es habitual que su principal fuente de valor resida en la propuesta de valor, es decir, en el nicho de clientes, en la reputación o la localización. Finalmente, podemos encontrar empresas donde la gestión financiera es la principal generadora de valor a través de su tesorería, inversión en I+D o facilidad de acceso a capital.

Cuando comprendemos cómo se genera valor en la compañía, podemos empezar a dilucidar cuáles son los activos estratégicos que le aportan la competitividad necesaria para prosperar. Estos activos estratégicos pueden hallarse en forma de capital intelectual, capital reputacional, capital relacional o capital natural.

Este último es un tipo de capital ignorado por muchos empresarios, aunque es de gran importancia. El clima, el acceso a agua dulce, la disponibilidad de materias primas o la salud de los ecosistemas circundantes son las principales fuentes de diferenciación, competitividad y generación de valor para muchos sectores empresariales.

Tomemos como ejemplos el riesgo que un aumento de temperaturas supone para la viabilidad de ciertas plantaciones, el estrés hídrico que ya están viviendo gran parte de las ciudades del mundo, la inviabilidad de la ganadería por la falta pastos verdes o la degradación de las playas de los hoteles asociada a la pérdida de biodiversidad en los arrecifes.

Para aportar valor de forma sostenible a la empresa se deben entender los impactos y dependencias con el entorno ambiental y con el entorno social. Gracias a este conocimiento podremos mantener y desarrollar los activos estratégicos de la empresa, fortalecer las relaciones con los stakeholders y contribuir a la consecución del propósito de la compañía, haciéndola prosperar en el presente mientras la preparamos para el futuro.

PhD. Guillem Martí
Profesor titular de Sostenibilidad y Dirección Financiera IDADE Management School | Fundador y Director General Barrancoli Consulting